miércoles, abril 11, 2012

Te entregué un corazón entero, estaba como olvidado en algún sitio, entero, brillante con estrellas indicándote un cielo por descubrir y posible hasta el infinito y más allá de ello, lo tomaste y lo partiste en dos, buscaste descubrir de que estaba hecho, había algo que lo acolchonaba era una envoltura tras otra, como capas de cebolla, aún en la dureza de la vida queriendo ser un espacio diferente en el que encuentres sosiego… ¿después que? Pues lo dejaste caer en otro sitio… entonces tuve que quitarle las capas que lo cubrían para dejarlo desnudo, en la dureza de las realidades y allí en la intemperie está, partido por la mitad, me quedé con las dos partes, y con la huella de tu vida…

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